Desde y por el feminismo

Mirta Rodríguez Calderón

La obra que la Editorial Caminos entrega hoy a lectoras y lectores, con una muy bien cuidada edición y diseño, no encaja en clasificaciones convencionales.

No es una sumatoria de entrevistas y cuentos sino algo nuevo y diferente en que entrevistadas y entrevistadora se entregan en cuerpo entero para dar a luz el valioso conjunto de ideas que conforman un retrato excelente de ese tiempo en que han vivido, con sus contrastes y arbitrariedades.

Mientras bregaban por la visualización de ellas mismas y de sus coetáneas escritoras, entrevistadas y entrevistadora se vieron inmersas en negaciones y superficialidades y en los efectos de un machismo que iba a ceder terreno sólo cuando los premios, los libros publicados y los reconocimientos para las mujeres creadoras fueron tan evidentes que no había ya espacio para las controversias.

Sobre ese tiempo y sobre aquellos avatares pueden hacerse glosas interminables pero no es esa la intención de estos párrafos que aspiran únicamente a conectar a potenciales lectores y lectoras con este libro muy completo cuya estructura cautiva pronto y deja pensando. Sin novelerías, Palabras sin velo es de esos libros que una no quisiera que terminaran.

Cualquiera que se haya asomado al periodismo sabe bien que una buena entrevista le debe lauros sobre todo a quien pregunta. Es Helen quien consigue revelaciones sin pedanterías ni falsas modestias.

La gran mayoría de las autoras se sienten y se saben feministas, sin estridencias. Sencillamente se reconocen en esa filosofía que puso en marcha a las mujeres hace casi dos siglos y avanzaron junto con Mary Wolstoncraft, primero por el sufragio y sucesivamente por la plena liberación.

Mirta Yañez se lo dice a Helen “no se puede hablar de género donde no hay consciencia”. La mayoría alcanzó esa consciencia por sus propios caminos y sus trabajos convergieron en Estatuas de Sal, el esfuerzo pionero de Mirta Yañez y Marilyn Bobes, que colocó lentes de aumento sobre las obras de todas ellas. A partir de entonces ya no pudieron ser ignoradas. Y mucho menos ser sujetas del discurso de aquel ignorante que se atrevió a asegurar que las cubanas no habían hecho literatura.

Empeño semejante en una dimensión actualizada se revela en Palabras sin velo. Si bien no puede ser ignorada la existencia de Mujeres en crisis, Palabras sin velo es una simbiosis de propósitos que exigen creatividad, perseverancia y audacia. Un resultado superior que no dudaría en recomendar al estudiantado de comunicación, sociología y estudios de género, un manual para hacer buenas entrevistas, didáctico y enriquecedor. Y por supuesto más que eso.

Hace más de una década cuando estuvo en Cuba la cineasta María Luisa Bemberg, algún colega le preguntó si ella era feminista. La artista argentina lo miró atónita y le respondió rotunda: ¡Qué otra cosa puede ser una mujer en este siglo!

La ya desfasada controversia sobre si existe un modo femenino de escribir se va a bolina con las numerosas evidencias de calidad presentes en este libro pero también cuando María Elena Llana le dice a Helen: “Escribo desde lo que soy y afortunadamente soy mujer”. Y Mirta Yañez es más contestaría aún: “existe un modo único de escribir con talento”.

Me regocija exaltar ese talento en Helen Hernández. Considero Palabras sin velo como una contribución apreciable a los estudios literarios, a la perspectiva de género en el trabajo creador y, sobre todo, al buen periodismo.

Aciertos que da méritos también a la Editorial Caminos.