Hay muchos consejos y sugerencias para las personas que quieren ser más felices, para los que pretenden sacar mejor provecho de sus cualidades personales, lograr mayor bienestar y garantizar buenos momentos de alegría y placer. Entre estas propuestas está el desarrollo de la asertividad.
Asertividad es la capacidad de expresar nuestros pensamientos, sentimientos y deseos sin que afloren en nosotros dudas sobre su validez o sobre nuestro derecho a tenerlos y expresarlos. Es confianza en uno mismo, poseer una buena autoestima. En pocas palabras ser asertivo es saber decir no cuando se sienten deseos de decir no, decir quiero lo que quiero sencillamente porque lo quiero, hacer lo que queremos hacer, obviamente mientras esto no dañe los derechos de las otras personas. Somos asertivos si pertenecemos al grupo de los que no esperan a que las cosas sucedan, sino que las hacemos suceder.
Entre muchas ventajas más, la asertividad nos permite una comunicación franca, honesta y abierta con todos. Con los más cercanos y con los ajenos. Y gracias a esto el aumento de la probabilidad de no sentirnos mal con nosotros mismos. En general somos muy asertivos de niño: “Manolito, mira qué lindo el trajecito que te trae de regalo tu tío” –dice la madre por pura educación, aunque piensa que no se gastaría un centavo en comprar algo así. Sin embargo el niño responde a voz en cuello: “Gracias, no me gusta. Lo encuentro feo. No me lo voy a poner”. Luego viene el regaño: “Esas cosas no se dicen”. La falta de asertividad se nos enseña, se nos inculca. Todo porque hay quienes confunden asertividad con mala educación, sinceridad con irreverencia, expresión sana y desprejuiciada con falta de respeto y desconsideración.
Sin embargo, está más que demostrado que la asertividad comunicativa es una cualidad de suma importancia para lograr nuestras metas, para evitar malestares y frustraciones improductivas. ¿Cuántas veces nos sorprendemos lamentándonos por lo que no dijimos, por lo que no hicimos? Los efectos negativos del silencio nunca se hacen esperar.
“El Bardo” de aquella canción que escuché en mi infancia cantada por Lucho Gatica, murió de amor por falta de asertividad: La niña, cuando supo la historia… decía, sollozando en su locura… qué lástima, por qué no me lo dijo. Si yo lo hubiera sabido hoy sería toda de él. Hay quienes por no resultar desagradables, por no decir algo que choque, se convierten en el eco de otras voces y sin darse cuenta pierden su voz propia. No conseguir algo por lo que se lucha es frustrante, pero no conseguirlo sin haberlo tan siquiera luchado es peor aún. La falta de asertividad es, como diría el polémico poeta François Villón, morir de sed junto a la fuente.
Asertividad es algo que necesitamos en muchas situaciones y momentos de la vida: para decir que no a nuestro jefe cuando sus exigencias sobrepasan los límites de lo aceptable, para defender nuestras ideas cuando muchos las subvaloran y las desconsideran, para mantener una amistad auténtica cuando aparecen contradicciones o comportamientos no adecuados, incluso para realizar un viaje.
Imagínese la falta de asertividad en un vuelo intercontinental: le asignaron un asiento de no fumador, pero a su lado otro pasajero insiste en fumar. Usted no dice nada. Aún no ha terminado de comer y el pasajero que se sienta en la butaca delantera de la suya, allí donde nace la pequeña mesa para el servicio, se reclina definitivamente hacia atrás como si estuviera en la cama de su casa. Usted no dice nada. El pequeño sentado detrás de su asiento golpea con sus pies el espaldar de su butaca, mientras el padre le dice: “Haz lo que quieras, pero no voy a consentir en lo que me pides”. Y usted no dice nada. ¿Es que acaso no se merece usted el bienestar? Si su respuesta es afirmativa, entonces no espere a que se lo den. Salga a buscarlo. Bienestar ganado es bienestar dos veces.
Espero que esté de acuerdo conmigo en que la asertividad es algo que tenemos que cultivar. Aprender a decir gentil y educadamente lo que tenemos que decir en cada momento. Es probable que al inicio le cueste un poco de trabajo. Es posible que alguna que otra vez se sonroje un poco. Pero es preferible enfrentar una situación difícil que pasarse la vida con una dificultad. No espere a que la suerte lo ayude para que su vida marche bien. Ayude un poco a la suerte. Sea asertivo. Algunos se extrañarán. Puede que otros hasta se molesten. Pero las personas que lo quieren y usted mismo reconocerá que su vida cambia favorablemente.