Siete consejos para conductores jóvenes

Manuel Calviño

El número siete es, sin duda, uno de los más controvertidos. Unos hablan de coincidencias: los días de la semana, las notas musicales, los colores del arco iris, los pecados capitales, las artes, las maravillas del mundo, los sabios de Grecia, las siete hijas de Atlas, y muchos más. Otros hablan de destino: Tupac Shakur, el oscuro y mítico rapero, nació un día 16 (1+6=7). Un 7 de febrero fue condenado a prisión. Los disparos que causaron su muerte se produjeron un día 7 de septiembre. Sobrevivió a la agresión por siete días. Murió a las 4:03 pm (4+0+3=7) cuando apenas tenía 25 años (2+5=7). Nuestro Carlos Varela, empedernido rockeador de sueños e ilusiones a quien tanta buena cosa podemos agradecer, escribió su hermosa diatriba generacional simbolizada por el número “7”, que también da título a su excelente álbum.
Lo cierto es que hace algunos años, llegado para mis hijos mayores el tiempo de “préstame el carro que ya sé manejar y tengo licencia” (para Claudia hace cuatro años y para José Manuel hace tres: 4 + 3 = 7), preparé una pequeña lista de consideraciones mínimas y esenciales desde las que intentaba una vez más proteger, cuidar, salvaguardar la vida de mis hijos y la de otros. El resultado fue, para mi sorpresa, “7 consejos” que quiero compartir con ustedes. Espero que no tengan que leerlo siete veces, o esperar siete días para ponerlos en práctica. Así dije a mis hijos y les digo a todos los jóvenes conductores.

1.Cuida el carro. Este no es casualmente mi primer consejo. No es que sea el más importante. Todos son igualmente importante. Pero si no hay carro, no hay posibilidad de manejarlo. Cuidar el carro supone estar seguro antes de usarlo que “todo anda bien”. Sé que esto es complicado. Pero cerciórate de que no hay problemas con los frenos, de que las luces funcionan bien, en fin, que el carro está en condiciones de responder a tu control. Un chequeo del auto antes de usarlo no solo garantiza más vida para él, sino también para ti y para los demás. Si acaso no está en condiciones, entonces posterga la salida hasta que podamos “ponerlo en talla”.

2.Elije a tus acompañantes y ponles las reglas. Si bien esto de elegir con quién andar en el carro es un buen consejo hasta para andar a pie, cuando vas a manejar es fundamental. Lo quiera usted o no el comportamiento de un conductor estará influido por las personas que monta en el carro. Si te hablan sin parar y te quieren hacer partícipe de la conversación, tu atención tendrá que dividirse, estarás reduciendo atención al volante. Si fuman, entonces la influencia negativa es por partida doble: para ti que no fumas te estarán llenando lo pulmones de aire enrarecido, te molestará el humo y el olor, te sentirás incómodo y acabarás por manejar a disgusto y esto es un problema. Empinarse botellas de bebidas en el carro… qué te voy a decir: NO. Quienes te pidan “apúrate”, “no vayas tan lento”, “písalo” no son tus amigos o amigas. No te quieren con verdadero cariño y aprecio.
El amigo de tu enemigo, es tu enemigo. No te pongas en situación de riesgo.

3.No hay que llegar rápido. Lo importante es llegar. La velocidad es uno de los peores enemigos del conductor. Especialmente de las personas jóvenes. La velocidad, el dinamismo, el apuro, el hacerlo ya, forma parte importante de tu modo de ser. Pero rápido y disfrute no se llevan bien. Si de manejar se trata, entonces la contradicción se agudiza. Por lo general uno sabe cuándo va “demasiado lento” y sabe cómo remediarlo, pero cuando te enteras que “ibas demasiado rápido” ya es tarde. ¿Se te ocurriría para ir a una fiesta ponerte unas zapatillas deportivas e ir corriendo? Seguramente te dirás que no. Para qué “tanto apuro”. Esa es la cosa: ¿para qué tanto apuro?

4.Pon tus sentidos a funcionar eficientemente. Manejar es un acto tremendamente complejo y que requiere del buen funcionamiento delos siete sentidos (otra vez “siete”). No me he equivocado. Además de los cinco sentidos sensoriales, necesitas del “sentido común” y del “sentido del deber”. De ahí su complejidad. Para que los sentidos funcionen bien y te lleven de manera segura a lugar seguro hay que evitar maltratarlos. ¿Quiénes maltratan a los sentidos? Tú lo sabes: las bebidas alcohólicas, los estupefacientes (marihuana, drogas, medicamentos mal utilizados con el fin de crear estados alterados de conciencia y otros), el cansancio, la falta de sueño, el estrés. La música producida por algún reproductor en volúmenes “ensordecedores”. Hay quienes dicen: “Pero si le pido el carro al viejo para ir a una fiesta y llego a la fiesta y no puedo tomar, ¿para qué voy a la fiesta?”. Error por partida doble: a las fiestas no se va “a tomar”, se va a divertirse,
a pasarla bien, a compartir con las amistades, a bailar. En realidad el alcohol disminuye la diversión y “la posdiversión”, el placer.

5.Deja los problemas fuera del carro. Será difícil que no encuentres razones para molestarte antes de sentarte alguna vez al timón. Tuviste una discusión con tu pareja y estás molesto; pasaste una situación desagradable en la universidad o en el trabajo y estás molesto; un policía te ha puesto una multa que tú consideras injusta y estás molesto. Molesto quiere decir bravo, irritado, tenso, fuera de control. ¿Quién no sabe lo que es estar molesto? Puede suceder. Lo que no puede
suceder es que esa molestia sea “la conductora” del carro y tú apenas su “chofer operativo”. A los problemas no se les concede licencia de conducción. Hay que impedir que ellos se monten contigo en el carro. Déjalos afuera. Si quiere que vayan caminando detrás de ti. Quien maneja sin los problemas se está evitando un gran problema.

6.Hay que saber ceder para poder vencer. “Él es quien tiene que parar”.
Es verdad. Te puede suceder que te tropieces con un conductor irresponsable. Ellos abundan en la calle (de lo contrario el número de accidentes de tránsito sería mucho menor). Pero su irresponsabilidad no puede desencadenar la tuya. Sustituye su irresponsabilidad con un duplicar la tuya. Aunque lleves la razón, en situaciones de riesgo, es mejor ceder. Tener la razón no siempre es suficiente. Llevamos en sangre la defensa de nuestros derechos. Pero el primer derecho que hay que defender es la vida. Es mejor renunciar momentáneamente a la razón y salvarse del peligro. Ceder es, en ocasiones, la mejor manera de vencer.

7.Ten conciencia de tu vulnerabilidad. Quien no se cree vulnerable, tiene más probabilidad de que le suceda algo, que el que sí se sabe probable víctima. No funciones con las rituales frases de “eso a mí no me va a pasar”, “yo sé lo que tengo que hacer”, “eso no tiene nada que ver”. Definitivamente no son buenas formas de pensar al menos cuando de ser un “conductor responsable” se trata. Reconoce tus limitaciones y estarás cultivando tu cuidado y precaución. Identifica tus puntos débiles como chofer y estarás fortaleciendo tu responsabilidad. Profundiza tu paciencia y tu tolerancia y estarás alejando tu vida y la de los demás de peligros fatales. Robustece tus valores –la honestidad, la sensibilidad interpersonal, el amor a la vida, la inteligencia– e, inevitablemente, tus manos se posarán sobre el volante de un modo más humano y productivo. Crece como persona y harás crecer la vida. Tú puedes. Está en tus manos. Decide a favor tu vida, de tu felicidad.