Desde hace más de diez años, el Centro Memorial Dr. Martin Luther King, Jr. ha venido promoviendo cursos, talleres, jornadas y encuentros que parten de los presupuestos de la Lectura Popular de la Biblia, conocida también como Lectura Comunitaria de la Biblia. Estos tres vocablos articulados identifican un movimiento con más de cuarenta años de arraigo entre las comunidades de fe de América Latina y el Caribe, que procura superar el academicismo y el fundamentalismo bíblicos. El primero circunscribe la labor exegética al ámbito de las universidades, seminarios e instituciones especializadas, con lo cual se secuestra la Biblia de las manos del pueblo que la produjo; el segundo, aunque proclame lo contrario, la considera un libro sin historia cuyos textos sólo deben repetirse mecánicamente.
Más que una metodología o un conjunto de herramientas para el trabajo grupal que la pudieran tipificar, la Lectura Popular de la Biblia constituye sobre todo una actitud nueva ante las Sagradas Escrituras y la vida cotidiana. Su punto de partida es una ecle-siología participativa, en la cual el poder de interpretación de los textos revelados no es privativo del clero o los intelectuales, sino también de la comunidad creyente, que los lee, re-lee, interpreta, actualiza y celebra. Enfatiza la vida concreta como horizonte her-menéutico último, ya que no se trata sólo de aumentar la cantidad de informaciones acerca de la Biblia aportadas por las ciencias que la estudian, sino también de comprometerse responsablemente en la sociedad mediante una práctica que va al encuentro y se hace cargo de la realidad a fin de transformarla. De ese modo, se lee la Biblia para leer la vida, y viceversa.
En ese proceso hace falta quien haga “arder los corazones”, tal y como experimentaron los caminantes de Emaús cuando Jesús les fue explicando textos conocidos que hasta aquella vivencia habían resultado enigmáticos, estériles o cerrados a los angustiosos e intrincados desafíos del momento (Lc 13,27). Es importante advertir que el fruto de ese acompañamiento crítico fue no sólo teórico, sino también vivencial y celebrativo en torno a la casa y mesa acogedoras y el pan compartido, lugares reales y simbólicos donde se abren los ojos y se descubre lo maravilloso en la cotidianidad (Lc 24,31).
Animados por ese mismo reto, y atentos a la demanda de nu-merosas comunidades e iglesias, así como a sus anhelos de andar los caminos con esperanzas renovadas, ofrecemos al lector la serie Una introducción a la Biblia. Se convierte así en el primer material de su tipo en Cuba, e invita a realizar un recorrido con el pueblo de la Biblia a través de su historia, situando en ese contexto concreto y complejo el surgimiento de sus libros. Está estructurado en torno a grandes bloques temáticos: Puerta de entrada – Formación del pueblo de Israel – Formación del imperio de David y Salomón – El reino dividido – Exilio babilónico y dominación persa – Introducción a la historia de Israel en el período de dominación del imperio griego y los reyes asmoneos – Vida y predicación de Jesús en el contexto del judaísmo y del Imperio romano – Los veinte años iniciales de las comunidades cristianas hasta el Concilio de Jerusalén – Misión de Pablo – Las comunidades cristianas a partir de la segunda generación. Cada uno se desarrolla a partir de presentaciones teóricas concisas, abundantes citas de textos bíblicos básicos para una comprensión clarifica-dora de los tópicos, e ilustraciones con mapas y cuadros sinópticos. Además, cada sección se completa con una guía de preguntas para la reflexión individual o grupal.
Agradecemos la gentileza del Centro de Estudios Bíblicos de Brasil (CEBI), que nos cedió los derechos de traducción y edición. De manera particular a Luiz Dietrich, Sebastião Gameleira, Ildo Bohn, Erny Mugge y Elaine Neuenfeldt, quienes animaron y apoyaron este proyecto para Cuba. Al mismo tiempo, reconocemos el minucioso trabajo de contextualización y revisión de la traduc-ción realizado en nuestro país por Ailed Villalba, Izett Samá, Yoimel González y Alejandro Dausá, así como la asesoría de Esther Pérez, Alfredo Prieto y Fernando Martínez.