Que la esperanza alumbre el andar dejándonos ver los escollos y los tropiezos en el camino. Así se convierten en retos. El futuro es una referencia, no un asidero inevitable para transitar por el presente. El pasado es una experiencia (personal y colectiva), no un canon que normativiza estrictas determinaciones.
Que volvamos a unirnos a la naturaleza, como parte que somos de ella. Preservar nuestro planeta más que una necesidad es una obligación histórica. No dejemos un futuro sombrío a los que vengan después. Las plantas, los animales, toda manifestación natural de vida no puede ser masacrada. Dejemos un mundo mejor que el que encontramos cuando llegamos.
Que el trabajo sea nuestro afán de entrega, nuestra vocación de servicio. Un vínculo con todos se realiza allí donde percibimos que hay una gran maquinaria de renovación vital; que aquel a quien sirves hoy, sirvió a quien a ti te sirve. Somos todos para todos. Cada cosa que un ser humano hace con su trabajo, es algo que miles de personas necesitan y merecen. Dar es recibir.
Que la familia extienda su mano generosa y rigurosa para acompañar su mejoramiento y reorientar su alienación. Los hijos junto a sus padres y madres, los hermanos con los hermanos. La diáspora tendrá su tierra prometida en su lugar de nacimiento. La distancia merma la continuidad. Todos somos de la misma madre hijos: hijos del alma cubana. Si nuestros hijos se parecerán a los tiempos más que a nosotros, construyamos entonces, los tiempos más cercanos a lo que deseamos y a lo que ellos desean.
Que la elección y la responsabilidad sean los escalones del destino al que se quiere llegar, y también el medio de lograrlo. Decidir no solo como acto individual soberano, sino como acción compartida, conjunta, de todos. Nadie anda solo. Siempre se anda con muchos. Pero con todos no significa sin alternativa, sin decisión. Porque solo quien decide se compromete y hace.
Que la unión prevalezca por encima de las diferencias, de las contradicciones e incluso de los conflictos. Sabernos y aceptarnos diferentes no es suficiente. Es necesario que cuando las diferencias sean protagónicas, la capacidad de sentirnos juntos sea su acompañante irrecusable. El amor en sus múltiples formas, vinculante universal, es más que un sentimiento, más que un argumento incorruptible. El amor es una actitud esencial, un principio fundante del mejoramiento humano.
Que el respeto y la honestidad presidan las confrontaciones. La violencia es la antivida. Es la negación total de los designios naturales de la existencia humana. La violencia es la desesperación, la incapacidad para encontrar salidas, la denigración de la especie. Los argumentos sustentados en un ambiente de consideración mutua facilitan el encuentro para el acuerdo o la transacción. No es la violencia quien genera irrespeto. Es el irrespeto quien invita a la violencia.
Que las ansias no se agoten y no se canse el deseo. El sentido de la vida no es una mera definición de intención. Es el alma que desdibuja al desaliento cuando este intenta calar hondo en el ánimo. Es lo que nos instiga cuando parecen desfallecer las fuerzas. Un aliento de renovación que supera la angustia y abre paso a la alegría.
Que la felicidad esté con nosotros, en lo que estamos haciendo y haremos con y para cada uno. La felicidad no es solo el deber cumplido, es también el bienestar, la prosperidad. Una vida plena no es una utopía irrealizable. Es una posibilidad que se construye con las manos de la hermandad, la justicia de los derechos comunes, la sensibilidad, la vergüenza, la amabilidad.
Que seamos capaces de trascendernos, crecer, y hacer nuestra vida más humana, nuestro país más placentero, nuestro planeta más habitable. Vivir es un privilegio que hay que agradecer multiplicando la vida, cultivándola con amor, humildad, entrega. No hay que ser excepcional. Es suficiente con ser bueno.
Que logremos hacer un mundo menos malo, como primer paso en la construcción de uno mejor.
Que todos queramos hacerlo.
Que nos entreguemos sin vacilación ni reservas.
Que crezca en nosotros la convicción de que ¡Vale la pena!