Prologo psicologia

Según la tradición romper un espejo trae mala suerte durante siete años. Siete son también las maravillas del mundo, así como los sacramentos y los ángeles del Apocalipsis. De la misma manera que siete son los pecados capitales humanos y los dones celestiales del Espíritu Santo. El calendario marca siete días de la semana. Siete son las melodiosas notas musicales y las plagas que atacaron el lejano Egipto. El siete, escribió hace muchos años un psicólogo, es un número mágico. El siete fusiona en esta edición, a Cuba y a México: a la Perla del Caribe —cuyo valor y dignidad aprendí a conocer desde mis siete años, a través de las conversaciones con mi padre, maestro de Historia— con la solidaria y benévola Tierra Azteca, que aceptó ser mi segunda patria.

En esta cadena de “sietes” se inscribe Hacer y pensar la Psicología desde Cuba y México. Su historia, es una cadena de causalidades y casualidades que comienza siete años atrás. Se remonta a aquel momento significativo en el que acudí, no sin temor de escuchar una negativa, a solicitar la invaluable guía y apoyo, nada más y nada menos que del “profesor Calviño”, para emprender mi proyecto doctoral bajo su loable tutoría, en la prestigiosa Universidad de La Habana.

“El Doctor”, como hasta hoy le digo con cariño y respeto, me mostró el panorama actual de la psicología y la oportunidad de anticiparnos al futuro. Me invitó para abrir caminos a múltiples niveles de lectura de un hecho, a múltiples categorías de análisis, para la construcción de nuevas teorías, que propicien un quehacer psicológico con impacto social, nuevas formas de diseñar la experiencia, en el marco de la tolerancia y flexibilidad. Me enseñó, a reconocer que el aporte de la Psicología, como ciencia y como praxis, debe estar al margen de una posición omnisapiente. Me incitó a remplazar el conocimiento dogmático que se inscribe en la necesidad del prestigio, por una praxis sustentada en lecturas de la realidad comprometidas con el bienestar de nuestros pueblos.

Probablemente me toca hacer algo de prólogo para este libro. Me corresponde por una distribución de puestos por edades. Por razones mucho más significativas la doctora Ana María del Rosario Asebey Morales debe hacer la apertura de este texto. Fue ella quien dio los primeros pasos de acercamiento y llegó a Cuba con una maleta llena de proyectos conjuntos que poco a poco ha ido realizando. Fue ella, con su accionar persuasivo y su capacidad de contagio, quien convenció a todos de que hacer el libro, que apenas daba vueltas por su cabeza, era necesario y útil, hermoso y simbólico. Fue ella quien, sin un asomo de duda, dijo: sí se puede, y movió cielo y tierra, ilusiones y finanzas para demostrarlo.

Tanto insistió desde su latinidad (Charo, como cariñosamente le decimos sus amigos, es boliviana, reside hace muchos años en México y en cualquier momento se aparecerá con un carné de identidad de cubana), desde su compromiso y solidez profesional, desde su empeño ineluctablemente vencedor, que el libro ya esta aquí. Se lo agradeceremos siempre, como agradecemos su levantarse con Cuba, su mano solidaria tendida a nuestros profesionales.

Desde hace siete años tengo el privilegio de estar cerca de este carismático personaje, que evidencia en cada momento ser un profesional auténtico y comprometido, que invita a la creatividad, anima, acompaña, trasmite, guía, orienta, aconseja, enseña, inicia, ilustra, prepara, forma, instruye, muestra, explica y escucha. Siempre abogando por un quehacer propio y motivando a la producción individual-grupal-institucional-social, con una propuesta de interrelaciones que permitan enriquecer nuestra disciplina y evite cualquier posición teórica hegemónica para explicar y dominar todo.

Los que hemos tenido la gran suerte de hacer al menos parte de nuestra formación con “el doctor Calviño”, hemos podido llevar a feliz término infinidad de proyectos profesionales y personales situados en una perspectiva crítica y reflexiva, alejada de la imposición y del ejercicio de una psicología atrapada en el determinismo individual de la subjetividad, y la comprensión de que la dimensión subjetiva articula la estructura social, se encuentra en la colectividad, en la dialéctica histórica de las relaciones interpersonales.

Han trascurrido siete años desde aquel primer encuentro. Lejos estaba entonces de imaginar que siete años después, desafiando las vicisitudes, apelando avatares e invocando las bendiciones del número siete, estaría otra vez con mi maestro y amigo para emprender un proyecto editorial conjunto.

Querétaro fue el lugar donde sellamos el pacto. La doctora Asebey se encargó de “juntar” los trabajos de los psicólogos mexicanos. Yo quedé encargado de los trabajos de los cubanos. Definimos para ambos:
1. Palabras clave: psicología, práctica, experiencias, compromiso.
2. Eje epistemológico: la pluralidad, la diversidad. No es un principio casual. El desarrollo profesional de la psicología en nuestros países necesita sustentarse en el respeto a la diversidad, la posibilidad y la necesidad de la convivencia interdependiente de los diferentes enfoques, paradigmas. Esta ciencia no debe permitirse nunca (nunca más) el pensamiento único: esa especie de doctrina viscosa, que, insensiblemente, envuelve cualquier razonamiento rebelde, lo inhibe, lo perturba, lo paraliza y acaba por ahogarlo, como diría Ramonet.
3. Vocación explícita: servir, ayudar, estar del lado y al lado de las per-sonas reales y concretas que viven en nuestros países, no de las ratas blancas de los laboratorios ni de esa identidad con aire parisino. Vale más una psicología “imperfecta” (respecto a los cánones de las tendencias hegemónicas, positivistas y cientificistas) que nace en la realidad de vida de nuestra gente, que una psicología “perfecta” cuya perfección se construye distanciándose de la realidad.
4. La propuesta: poner en las manos del lector parte de lo que hacen y piensan los psicólogos en nuestros países, desde nuestros países, luchando por la felicidad humana de nuestra gente.

Hacer y pensar la Psicología desde Cuba y México es un texto sin pretensiones de ser una “representación estadísticamente confiable” de lo que hacen los psicólogos en ambos países. Para nada es así. Es sobre todo un libro “[…] conformado con el ojo de una cámara digital que recoge instantáneas sin más. Lo que se piensa, lo que se hace, en los momentos reales en que se piensa y se hace. Con toda la homogeneidad y diversidad de prácticas teóricas y empíricas que constituyen elementos reales, y no construidos para la ocasión, del extenso campo de la Psicología en ambos países”, como el mismo doctor Calviño escribiera en la Nota Editorial del número especial de La Revista Cubana de Psicología que junto a otros colegas cubanos y mexicanos preparamos hace algún tiempo.

No hay proyecto que se realice si no se sustenta en la participación, la confianza, la colaboración incondicional. Llevar adelante un proyecto es tomar decisiones bien informadas y sustentadas, tanto como correr los riesgos apropiados para lograr los objetivos inmediatos y futuros. En todo esto y más, descansa el libro que ponemos en manos del lector.

Esta obra es una evidencia de participación colectiva con un pluralismo teórico que incluye la enseñanza, la formación, la trasmisión, la creación, la producción y, una dedicación intensa a la profesión del psicólogo, en busca de reunificar el ser, el saber y el quehacer, para construir un dispositivo psicológico que responda a las necesidades que demanda la práctica y contribuir al desarrollo de una Psicología más justa y humana para nuestros pueblos y en nuestros contextos.

Los autores, renuncian a cualquier modo de imperativo expresado en nombre del saber, se alejan de la monopolización de campos y fronteras teóricas, técnicas y metodológicas para trasmitir la experiencia, la idea, el saber sí, pero sin pretender concentrarlo ni acapararlo, sino operar sobre una formación ética libre de contaminaciones. El progreso del conocimiento no tolera rigidez alguna, admite decidir y renacer para atesorar y transformar, en lugar de monopolizar la trasmisión de verdades absolutas.

Comenzó el ir y venir de escritos. Los primeros en llegar fueron los trabajos de Querétaro, cuna de este proyecto. Abrieron los de la doctora Asebey. Los lectores cubanos la conocen por sus artículos en el número especial de La Revista Cubana de Psicología (2005) y sus presentaciones en Congresos Internacionales celebrados en lo que ella llama su querida Cuba. Sus trabajos están inundados de lo que me doy el gusto en llamar un modelo de actuación clínica comunitaria con fuerte acento en los dispositivos grupales. Psicología clínica social de preclaro compromiso, que hecha suerte con sectores desfavorecidos y desprotegidos de la sociedad. La asimilación crítica personal del paso de la Dra. Asebey por Dupont y Jinich eran evidentes y enriquecedoras. De su original formación psicoanalítica creció una pluralidad creativa que hoy se expande y contagia. Charo es una fuente inagotable de movimiento, de cambio, de revolución. Eso la hace compañera.

Luego el maestro José López Salgado con laboriosidad artesanal, seriedad y profundidad de especialista de alto calibre, demostró que sus años de dedicación a la investigación y la dirección docente académica han sido muy fructíferos y nos regaló una síntesis (vaya síntesis) de un trabajo que no me avergüenzo en catalogar de envidiable. El trabajo de López Salgado nos recuerda, entre muchas otras cosas, que la calidad de la formación que demos hoy en nuestras facultades de Psicología compromete el desarrollo de la profesión en nuestros países.

Luz Berenice Raya llegó como la representante de la joven generación queretana mexicana. Es justo agradecerle su pletórica narración que nos envuelve en un trabajo lleno de sensibilidad humana, sin la cual la profesión de psicólogo es astucia mercenaria.
Un poco después de la Universidad Veracruzana, entrecruzada por vientos caribeños conectados por una estancia doctoral en nuestra Isla, la doctora Alma Cruz nos mandó la narración de su experiencia con estudiantes universitarios en la gestión de salud. Alma pasó por los pasillos de nuestra Facultad, y dejó aquí parte de su alma. El estudio que se incluye en el libro estoy seguro que bien podría servir de referencia para complementar los trabajos de promoción y educación para la salud, que se realizan en algunas instituciones educacionales. “Empecemos por casa” parece decirnos Alma, y tiene toda la razón.

Marco Murueta, como me comentó la doctora Asebey, no podía faltar en la publicación de este primer libro conjunto. La Asociación Mexicana de Alternativas en Psicología (AMAPSI) de la cual él es Presidente, ha inspirado y propiciado escenarios de contacto entre psicólogos de todo el continente. Obviamente, también entre mexicanos y cubanos. La reflexión profunda e incisiva que el doctor Murueta nos entrega en su texto es una explicitación de su alto vuelo intelectual, su dominio del pensar epistemológico y su parsimonia. Cuando Marco vino a Cuba y expuso su “teoría de la praxis” y su “tecnología del amor”, muchos psicólogos de la casa se maravillaron de cómo siendo un incansable luchador por un mundo mejor y especialmente un México más para todos los mexicanos, logra mantener su tranquilidad espiritual.

La respuesta afirmativa del maestro Germán Gómez fue inmediata. Solo le faltó la música que siempre lo acompaña y que nos hace más cercanos aún. Lo conocí hace más de veinte años en La Habana. Desde entonces, ya escribía de manera convincente, comprometida, profundamente analítica y con una ironía sana y llena de humor. Su escrito para este texto es un llamado de alerta: “vamos que no hay que exagerar”, nos dice Germán, y todos tenemos que mirarnos autocríticamente.

Personalmente he aprendido y disfrutado con la lectura de los trabajos escritos por los colegas mexicanos. No me sorprenden: desde mucho tiempo conozco una vasta, rica y profunda obra psicológica producida y publicada en el hermano país azteca. Mirados desde Cuba, desde nuestro modo de pensar y actuar, llamaría a los trabajos que conforman este texto “correligionarios”, y nos confirman nuestra apuesta por una Psicología latinoamericana, que quiere decir hecha con corazón latino, con sangre latina, con letra y pensar latino, poniendo como punto de partida nuestro continente humano y geográfico.

Los temas contenidos en el compendio reflejan en esencia las semejanzas y diferencias históricas culturales que contribuyen de forma significativa, a dar algunas respuestas a problemas cruciales de nuestros pueblos, y nos brindan la posibilidad de encaminar nuestro conocimiento hacia los cambios que necesitamos. Al mismo tiempo hay un hilo conductor: la práctica. Incluso las reflexiones teóricas son una convocatoria a la práctica que es siempre, ineludiblemente, comprometida.

Hay en todo el texto una vocación social, diría que comunitaria, que hace fila con las necesidades de las personas, de la familia, de los grupos en las instituciones, con la Escuela. Son psicólogos que defienden su vocación de “luchadores por el bienestar y la felicidad de las personas” (esta frase se la escucho decir siempre al “doctor Calviño” en comunicaciones personales, Congresos Internacionales y en su programa semanal cubano de televisión “Vale la pena”).

El modo de hacer la Psicología en Cuba en los últimos treinta años ha estado marcado de manera significativa por una vocación integracionista y de orientación latinoamericanista. Desde hace muchos años salimos al encuentro de los que transfiguraron o despacharon al conductismo en México, de los que construían una Psicología social sin IDUSA (ideología dependiente de USA, como decía el venezolano Salazar), de los que acompañaban movimientos armados de liberación y hablaban de una Psicología de la liberación, de los que se cuestionaban la obsoleta institución psicoanalítica y modificaron el modo de “ser y estar psicoanalista”. Se salió “al encuentro de la Psicología latinoamericana” de pensamiento social, crítico y afirmativo, una psicología de orientación humanista que convoca y acompaña las ansias de los latinoamericanos.

Nuestro andar concreto ha sido iconoclasta frente a las tradicionales corrientes de pensamiento psicológico, practicista en cuanto a los énfasis de la relativa distinción en la díada “teoría-práctica”, ecléctico en cuanto a la apropiación-asimilación crítica de lo mejor del pensamiento psicológico (“no importa dónde ni por quién haya sido producido” diría Vygotsky) y ha configurado un camino que conceptualizó como la producción social de una “ciencia profesional”. En el libro encontrarán algunas de estas peculiaridades con extrema claridad.

En lo que a autores cubanos contenidos en el texto se refiere, personalmente asumí la tarea de que también la diversidad tuviera su puesto. En el texto está la producción más asentada en la experiencia de varios años de trabajo de la generación de psicólogos de los ochentas: Alexis, Bárbara, Vivian, Nelson —uruguayo radicado en Chile que estuvo muchos años aquí entre nosotros como un cubano más—. Los trabajos en las áreas de salud tuvieron una presencia especial en la época (creo que sigue siendo así). Son teoría sobre la práctica y práctica con impactos tangibles sobre “las gestiones de salud”, dicho en lenguaje más contemporáneo.

Los noventas están representados (Maiky) con su especial relación con los escenarios empresariales, en estrecho vínculo con los procesos de redefinición estratégica que se verifican en el país. En esa época escribí que asistíamos a un cotidiano de vida que discurseaba “[…] desde la ética de la renuncia para la realización de los sueños y las esperanzas, desde la permanencia y trascendencia de los valores más humanos”, pero que estábamos “[…] enfrascados en una lucha titánica por la supervivencia, síntoma ad usum y condición sine qua non del pragmatismo”. Y señalé, además, que “[…] la realidad nos imponía una suerte de convivencia educada, pero también utilitaria con muchas de las cosas de las que nos creíamos invulnerables y que considerábamos hasta de mal gusto”.
No puedo dejar de llamar especial atención sobre algo que considero mucho interés: la presencia de la nueva savia creativa y generadora. Jóvenes psicólogas de los 2000 (Alina, Claudia, Danay, Daybel, Roxanne y Yuliet) que entregan probablemente sus primeros productos de madurez, en los que se avizora una capacidad de despliegue indetenible. Yo soy “un poco anterior” a todos ellos. Los llamo por su nombre no por la falta de títulos, sino porque todos fueron en algún momento “mis alumnas y alumnos”. Hoy con orgullo y cariño les digo mis compañeras y compañeros.

Los autores, testifican con modestia y profesionalismo, estar siempre dispuestos a volver sobre sus pasos, a declarar y reconocer que pueden estar equivocados, como así también, a comunicar sus sentimientos, convicciones y ponerlas en juego en el intercambio. Demuestran, que las prácticas no son autoría de nadie en particular ni tienen respuestas irrefutables, terminantes, tajantes, definitivas, rotundas; sino, que abren nuevos caminos posibles de construcción de significados, de diseño de nuevas prácticas clínicas, educativas y sociales. Invocan a una psicología creativa, en aras del desempeño de un compromiso social y ético desde una perspectiva humana, que cubre los niveles de promoción, prevención, asistencia y rehabilitación.

Este proyecto ha sido posible materializarlo en un libro, gracias al financiamiento del Programa de Mejoramiento al Profesorado (PROMEP) de la Subsecretaría de Educación Superior e Investigación Científica (SESIC), de la Secretaría de Educación Pública de México como Apoyo de Fomento a la Generación y Aplicación innovadora de Conocimiento. Al Centro Memorial Dr. Martin Luther King, Jr. de La Habana, Cuba y a su sello Editorial “Caminos” el más sentido agradecimiento por la confianza, por el apoyo a esta muestra de hermandad entre nuestros pueblos.

Esperamos que la diversidad de Hacer y pensar la Psicología desde Cuba y México, sea alimento y motivo de debate.

Ana María del Rosario Asebey Morales
Manuel Calviño

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